Se
escuchaban los hierros, el rose de los zapatos contra la pista, la respiración
agitada, un aire de tención que olía a perfección. El amigo, el maestro, el
rebelde, el loco, detiene el combate.
Quién
diría que el payaso, mimo, preparador físico, músico y vendedor de libros es un gran maestro de
esgrima.
Enmanuel
Hoyos Victoria nacido el primero de diciembre de 1964 en Cali-Colombia. Antes
de entrar a esgrima le gustó fue la gimnasia pero por cuestiones de la vida, no
pudo entrar, vio un florete y su amor y curiosidad por el deporte le nació. Comenzó
a entrenar y entre retiradas y regresos
pudo ir a si primera competencia y empezar un siclo que después le traería
múltiples títulos ,como: Subcampeón-Juvenil en la modalidad de sable, tercer
puesto-Mayores en sable, subcampeón- Juvenil en sable, primer puesto-Mayores en
florete, subcampeón equipos-juegos bolivarianos-subcampeón juegos nacionales
Cartagena en sable-primer puesto en equipos-juegos nacionales de Bucaramanga
del 96 en florete y muchos logros más, este siclo competitivo fue el que hizo
que su deseo de continuar en el deporte siguiera, haciendo que naciera la
perseverancia y la disciplina.
Su
peto negro, su sudadera y sus tenis lo acompañan día a día en lo que él llama
su profesión, su trabajo. Lo que él considera que es un constante esfuerzo por
obtener un resultado, que aunque muchas veces no ve lo que quiere, ve
resultados con cosas que ni siquiera ha enseñado.
El
maestro, después de preguntarle que le habría gustado hacer si no hubiera
conocido la esgrima, se sonríe, piensa en una posible respuesta y después de
unos tres minutos cuenta, que le habría gustado ser músico, desde joven,
incluso antes de amar la esgrima, amaba la percusión, tocaba flauta y guitarra,
esto le dio la oportunidad de viajar a diferentes países como Perú, Ecuador y
Venezuela a hacer presentaciones con su grupo de la universidad. Es un loco por
la música, ha llegado hasta combinar la esgrima y el ritmo, dos partes de su
vida.
Después
de un sin número de: “Nos vemos loquito” este amigo cuenta que en su casa le
decían loco, pues todo lo que él veía en la calle tirado lo recogía y se lo
llevaba, porque muy seguramente con cada cosa que encontrara crearía algo, pero
después de tantas limpiezas y botar lo que para el eran tesoros y para su
familia basura, solo pudo crear un cometa que hoy cuenta con orgullo y de
manera jocosa que fue lo único que pudo hacer.
A
los 42 años llegó a Antioquia y este se convirtió sin duda en el creador y
fundador del grupo que hizo renacer la esgrima. Dejó claro en su recuerdo que
aunque paso la mayoría de su vida en Cali, no volvería.
Este hombre que
enseña día a día lo que mejor sabe hacer se ha convertido en un gran
conversador, en alguien que ayuda a hacer reflexionar a las personas, en
alguien que forma y enseña al mismo tiempo, en un amigo que potencializa el
amor en común de otros por un deporte, a romper las reglas permaneciendo en
ellas, a vivir la vida de una manera loca y como dice él: “Los únicos que
vivimos la vida somos los locos”
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